lunes, 23 de mayo de 2011

A la carne lo que es de la carne.

Bailando, hemos estado bailando, hemos pisoteado los tejados y hemos saltado al vacío. Pero sorpresa, volamos, volamos, volamos, hasta chocar con la segunda estrella a la derecha. Un gruñido, no gruñas, vas a estropearme la metáfora, qué metáfora, ninguna, no sé si lo estoy entendiendo yo mismo, bueno que sigo, y tú también, sigue.

Un astro desierto, un arenal sediendo, un espejismo de largas pestañas, saltando, caminemos corriendo saltando. Tropezamos, caemos a un barco, izquierda, derecha, proa, popa, arriba, abajo, me mareo y no quiero vomitar todo el placer. Procuraremos no caer por la borda, las sábanas están rompiendo contra las rocas y la muerte es segura.

El mar resultó ser un bosque negro y sudado, que los machetes no se atrevan a tocar esta selva virgen. Virgen, busquemos otra palabra, en otro momento. La piel ha agarrado la respiración por la garganta y aprieta con todo su calor, con todo su calor.

Los enemigos se rinden. Quién se atreve a probar el sabor de la voz, quién se atreve a decir adiós, un momento, ¿es que alguien quiere decir adiós?