viernes, 27 de abril de 2012

La Curiosidad, la Verdad, el Odio, el Recuerdo, y la Vida

Como siempre la Curiosidad me mató a mí, a mí, no al gato ¿por qué siempre hablan del gato? El gato se lo pasa muy bien arañando mi corazón. El gato llama a sus amigos de la calle y cuando la Curiosidad ha acabado el trabajito ya se encargan los felinos de deborar las pruebas del delito.

No te conformes con la ignorancia, no seas feliz, busca esa paliza, la patada directa al estómago, fuera sutilezas, abajo con las metáforas, la Curiosidad no es sutil cuando te tiene arodillado a sus pies bañado en ese líquido metálico, la Curiosidad no es nada sutil cuando con sus manos firmes asoma tus ojos a la verdad que se esconde tras tu espalda, una verdad que camina, come y respira, la Verdad, que te tortura con su falsa ignorancia, que te corteja con su espontánea indiferencia para que acabes asomándote y caigas en la trampa de su mirada delatadora. La Verdad es mala o quizás es buena.

Ahí estás, muerto de miedo ante el ridículo que el Odio dibuja en tu cara, y es que es él, el Odio, el creador del aspecto de la Verdad, el instigador de la Curiosidad, el que acuna al Recuerdo para que sin despertar no deje de soñar y se remueba inquieto agitando cada pensamiento lógico, cada idea que intenta hilar ese tapiz que es la conciencia formando una madeja deshilachada en la que la Verdad y el Odio se aparean hasta que nace la Vida.