
sábado, 25 de octubre de 2008
Un viaje al fondo del corazón

El guardián entre el centeno

Ya terminé este fantástico libro, y pensé en escribir una buena apología de estas que o lo lees o te tiras al primer coche que encuentres, pero entonces me di cuenta, que que mejor manera de enganchar a alguien a un libro, que, que lo haga el propio autor de esta magnífica obra. Asi que a continuación os voy a añadir unas cuantas frases elegidas por mí mismo de entre las páginas de este tesoro literario (se nota que me gusta verdad):
Me miró y me sonrió un poco. Tenía una sonrisa fantástica. De verdad. La mayoría de la gente, o no sonríe, o tiene una sonrisa asquerosa.
miércoles, 22 de octubre de 2008
Y tú, radiador ¿me escuchas?

Pues mira simplemente era decirte que me gustas, y me gustas mucho. A ver, que sí, que es raro, pero tú ya sabías que yo muy normal como que no soy, y en cierta manera ahí está la cuestión de mi impertinente simpatía. ¿Que no te diga estas cosas? Y por qué no iba a decírtelo, yo soy así, y voy a seguir siéndolo. ¿Siempre que pasemos por la tiendecita tienes que soltar una de tus tonterías? No me evites, no es para tanto –lo que me irrita esto y lo que te gusta que me irrite pedazo de energúmeno emocional-. Y sabes qué es lo mejor, que en la próxima calle ya habremos llegado a tu portal, tendremos una despedida un tanto idiota como casi todos los momentos que pasamos asolas, después tú subirás, yo seguiré caminando y daré un puñetazo al primer árbol como siempre sin saber si te has fijado o no –me pregunto si has acelerado el paso a propósito o quizás sea sólo la tensión de la escena- preguntándome que pasaría si te lo pidiera. ¿Que te pidiera el qué? Pensaba que estaba claro. Pues subir contigo, que me abraces, que me digas que todo va bien, que me lleves a tu habitación, que pongas música, que hablemos de lo que te preocupa –pero que tonterías digo, cómo te va a preocupar a ti algo, que lo tienes todo-, que me hagas parte de tu vida.
¿Una locura?¿Una esquizofrenia? Pues sí, seguramente, no te falta razón, más de una vez lo he reconocido y me tocará volver a reconocerlo –tienes que ponerme tu brazo alrededor del cuello y estrecharme contra tu cuerpo, tenías que hacerlo, claro eso no falla, conmigo nunca te ha fallado-. Cómo lo aguantaré, no tengo ni la menor idea, pero por un minuto de felicidad se soportan muchas cosas.
¿Me puedes sujetar la chaqueta un momento? Muchas gracias –lo que ya he dicho, un falso de remate-. Bueno pues aquí estamos, es divertido ¿verdad?, cuanta tensión flota en el aire –ahí vuelve hacer aparición la sonrisita de “saco las llaves cuanto antes y me voy”-. Vamos, vete, si lo estás deseando y a mí todavía me queda camino hasta casa.
¿Qué entre?¿Cómo que entre? –eres jodidamente traumático- Acaso es que quieres cumplir mis sueños, mis fantasías, mis quimeras. Venga ya, ahora no me voy a poner a explicarte que es una quimera, sabes que no me gusta saber una palabra que tú no entiendas, y mucho menos tener que explicártela –es totalmente infantil, pero me sienta muy mal, me hace sentir estúpido, por irónico que pueda parecer-, sabes perfectamente que significa, sólo te gusta enredar. A mi me gusta jugar, y no estoy seguro de que estés accediendo a las normas del juego, simplemente no sé si quieres jugar conmigo.
¿Lo sabes, verdad, sabes que te odio por querer jugar justo ahora? Justo ahora que me tengo que ir a estudiar historia. Adiós.
domingo, 5 de octubre de 2008
Hombre del Sur
Estreno sección, se va a basar en unos ejercicios de clase, en los que el profesor nos lee una historia y en un punto de esta deja de leer para que continuemos nosotros.
-Relato: Hombre Del Sur, de Roald Dahl.
HOMBRE DEL SUR
Eran cerca de las seis. Fui al bar a pedir una cerveza y me tendí en una hamaca a tomar un poco el sol de la tarde....
Para evitar poner todo el relato en el blog, ocupando tanta extensión os dejo un enlace al relato completo, debeis leer desde el principio hasta llegar a donde se dice "¡siete!", ahí parais y volveis aquí.
Y ahora es cuando sigo yo:
De nuevo la piedra gira, la chista salta y la llama reaparece, ocho. La operación de nuevo es realizada, nueve. El americano no puede contener una sonrisa al ver su triunfo detrás de la siguiente vuelta de piedra. El excéntrico caballero de traje y su expresión relajada no permiten adivinar sus intenciones. Las cortinas blancas con un pequeño estampado negro floral en sus bordes ondean con elegancia al ritmo de la escasa brisa. Diez... no, no hay diez. El reflejo de la hoja cae como un relámpago tan cruel como certero sobre el meñique del pobre desgraciado. Sorprendentemente su sonrisa no se ha borrado de su rostro, pero sus ojos clavados en el encendedor traidor son pura confusión y terror. Cae desplomado de la silla al suelo de rodillas con la cabeza contra la mesa y la mano teñida de sangre aún atada con el cordel. Mientras el verdugo rico y trajeado saca un pañuelo impoluto del bolsillo de su chaqueta y recoge el meñique separado con limpieza de su dueño.
Por fin puedo reaccionar, salgo corriendo hacia la puerta. ¿Hacia dónde me dirijo? La recepción del hotel, allí podrán llamar a la policía.
El recepcionista sostiene un libro entre las manos. No me lo puedo creer, no es posible, el hombre del traje blanco, su fotografía está en la contraportada.
¿Un escritor acaba de cortar un dedo a un hombre por una apuesta absurda? Ese último cóctel estaba demasiado cargado.
Ese gorro de paja camina entre las tumbonas, y desde luego necesito alguna explicación. Este tipo está totalmente loco, pero ¿cómo se vuelve a tumbar como si nada?
Las flores ya no llaman mi atención, los americanos y sus juegos ya no me parecen ruidosos, sólo existe ese blanco nuclear.
-Ya le echaba a usted de menos.
-Me explica cómo un rico escritor le corta un dedo a un hombre con un cuchido de carnicero.
-Sabe, yo ya sabía el resultado de esta apuesta.
-¿Perdone, que qué?
Tendió su mano hacia la inglesa de la tumbona que está a mi lado, la misma que estaba con el americano, y le pide prestado el libro que lee con atención. El mismo que el recepcionista: "Hombre del Sur".
-Tome, échele un vistazo -me tiende el libro marcándome unas páginas con el pulgar.
Aún desconfiado, cedo anta la apariencia apacible del anciano.
Ahora si que estoy decidido, o me han drogado o estoy en una pesadilla demasiado real: ¡Todo lo ocurrido, la apuesta, estaba relatado en esas páginas!
-¿Esto es algún tipo de broma de mal gusto?
-No, amigo mío. Es, junto con usted, la razón de que yo sea rico.
-¿Junto conmigo?
-Mire, lea ahora estas páginas -señaló de nuevo otras hojas.
Esta vez leo en voz alta:
"El joven a mi lado, leía el libro con interés, mientras la joven inglesa a la derecha de este esperaba con impaciencia la vuelta del relato a sus manos. Es una lástima que el pobre no sepa que su desconcierto llama a la muerte desesperadamente. Mientras se da cuenta de ser un mero personaje entre las páginas de un libro."
Termina el párrafo.
-¿Me devuelve mi libro, por favor?
-¿Perdone?
-¿Que si me devuelve mi libro? -parece algo irritada.
-Sí claro, gracias -le devuelvo el libro sin apartar la vista de una pequeña margarita que crece bajo la sombra de un árbol.
-¡Scott, Scott! -una mujer menuda con un vestido corto llama al sádico escritor del sombrero de paja sentado a mi izquierda.
-Bueno, como ve, mi esposa me reclama. Pero no se preocupe, calculo que en un minuto ocurrirá lo inevitable.
No puedo reaccionar mientras lo veo alejarse. Pero acabo por escapar de mi ensimismamiento y salgo corriendo detrás de la pareja.
-¡Espere por favor! ¿Qué significa todo esto? - corro por el borde de la piscina, pero mi calzado y el suelo mojado y resbaladizo probocan mi caída. Un golpe seco hace enmudecer a todos los residentes que disfrutaban del jardín. Mi cabeza arde, mi craneo se ha roto en dos.
-Tenía que morir, pero ¿le avisaste, verdad?
-Sí querida, tu hombre del sur avisó al condenado-
Bueno pues aquí acaba, ahora si quereis y os habeis quedado con la curisosidad leez el verdadero final.
sábado, 4 de octubre de 2008
Peter Pan - El Canto del Loco
viernes, 3 de octubre de 2008
...otra cosa que no soporto...
Lo que me descoloca esa gente que no sabes donde cojones tiene la línea entre la broma y la verdad. Es que a ver, cómo se supone que sabes cuando te están echando algo en cara o simplemente tontean contigo como payasetes inocentes -por cierto, aprovecho y digo: que grima me dan los payasos, profesionales quiero decir, maquillados y vestidos apropiadamente; siempre he preferido a Emilio Aragón como sale por la tele-. Y si a esto le sumamos que el tío en cuestión además sea egocéntrico y que no sepa atenerse a sus propias normas, osea ser hipócrita. Pues ya tenemos todos los ingredientes para sacarme de quicio. Hay cada espécimen que desde luego dime como narices no voy a querer saber que estarán pensando, que se les iba a quitar toda la tontería de golpe.
A mi no me sonrías, vamos es que ni te atrevas. Y vamos esa mueca con la boca y mirando al suelo de "me callo porque está claro que tengo razón", ya te la puedes ir metiendo por donde te quepa.
Porque yo seré un loco, pero un loco con mucho estilo, con mi media melena rizada de loco, bueno media melena, que en realidad liso lo tengo que parezco Melendi con su nuevo look. Por cierto ahora que hablo de mi pelo, otra cosa que no soporto, Dios lo que se enreda y encima tengo dos remolinos pedantes pero de estos cabrones, uno en la coronilla y otro en el jodido flequillo que hace que se me ponga tipo bucle.

Y que sepas que tú, sí tú, puñetero teclado, puñetero boli y papel, siempre ahí picando para que tenga que escribir gilipoyeces como esta, me pone de los nervios.
Buenas noches señoras y señores, este soy yo, y estaré aquí todas la semanas, muchas gracias y buena suerte.
jueves, 2 de octubre de 2008
De la nave YO soy el capitán
