domingo, 5 de octubre de 2008

Hombre del Sur

Estreno sección, se va a basar en unos ejercicios de clase, en los que el profesor nos lee una historia y en un punto de esta deja de leer para que continuemos nosotros.

-Relato: Hombre Del Sur, de Roald Dahl.

HOMBRE DEL SUR

Eran cerca de las seis. Fui al bar a pedir una cerveza y me tendí en una hamaca a tomar un poco el sol de la tarde....

Para evitar poner todo el relato en el blog, ocupando tanta extensión os dejo un enlace al relato completo, debeis leer desde el principio hasta llegar a donde se dice "¡siete!", ahí parais y volveis aquí.

Y ahora es cuando sigo yo:

De nuevo la piedra gira, la chista salta y la llama reaparece, ocho. La operación de nuevo es realizada, nueve. El americano no puede contener una sonrisa al ver su triunfo detrás de la siguiente vuelta de piedra. El excéntrico caballero de traje y su expresión relajada no permiten adivinar sus intenciones. Las cortinas blancas con un pequeño estampado negro floral en sus bordes ondean con elegancia al ritmo de la escasa brisa. Diez... no, no hay diez. El reflejo de la hoja cae como un relámpago tan cruel como certero sobre el meñique del pobre desgraciado. Sorprendentemente su sonrisa no se ha borrado de su rostro, pero sus ojos clavados en el encendedor traidor son pura confusión y terror. Cae desplomado de la silla al suelo de rodillas con la cabeza contra la mesa y la mano teñida de sangre aún atada con el cordel. Mientras el verdugo rico y trajeado saca un pañuelo impoluto del bolsillo de su chaqueta y recoge el meñique separado con limpieza de su dueño.

Por fin puedo reaccionar, salgo corriendo hacia la puerta. ¿Hacia dónde me dirijo? La recepción del hotel, allí podrán llamar a la policía.

El recepcionista sostiene un libro entre las manos. No me lo puedo creer, no es posible, el hombre del traje blanco, su fotografía está en la contraportada.

¿Un escritor acaba de cortar un dedo a un hombre por una apuesta absurda? Ese último cóctel estaba demasiado cargado.

Ese gorro de paja camina entre las tumbonas, y desde luego necesito alguna explicación. Este tipo está totalmente loco, pero ¿cómo se vuelve a tumbar como si nada?

Las flores ya no llaman mi atención, los americanos y sus juegos ya no me parecen ruidosos, sólo existe ese blanco nuclear.

-Ya le echaba a usted de menos.

-Me explica cómo un rico escritor le corta un dedo a un hombre con un cuchido de carnicero.

-Sabe, yo ya sabía el resultado de esta apuesta.

-¿Perdone, que qué?

Tendió su mano hacia la inglesa de la tumbona que está a mi lado, la misma que estaba con el americano, y le pide prestado el libro que lee con atención. El mismo que el recepcionista: "Hombre del Sur".

-Tome, échele un vistazo -me tiende el libro marcándome unas páginas con el pulgar.

Aún desconfiado, cedo anta la apariencia apacible del anciano.

Ahora si que estoy decidido, o me han drogado o estoy en una pesadilla demasiado real: ¡Todo lo ocurrido, la apuesta, estaba relatado en esas páginas!

-¿Esto es algún tipo de broma de mal gusto?

-No, amigo mío. Es, junto con usted, la razón de que yo sea rico.

-¿Junto conmigo?

-Mire, lea ahora estas páginas -señaló de nuevo otras hojas.

Esta vez leo en voz alta:

"El joven a mi lado, leía el libro con interés, mientras la joven inglesa a la derecha de este esperaba con impaciencia la vuelta del relato a sus manos. Es una lástima que el pobre no sepa que su desconcierto llama a la muerte desesperadamente. Mientras se da cuenta de ser un mero personaje entre las páginas de un libro."

Termina el párrafo.

-¿Me devuelve mi libro, por favor?

-¿Perdone?

-¿Que si me devuelve mi libro? -parece algo irritada.

-Sí claro, gracias -le devuelvo el libro sin apartar la vista de una pequeña margarita que crece bajo la sombra de un árbol.

-¡Scott, Scott! -una mujer menuda con un vestido corto llama al sádico escritor del sombrero de paja sentado a mi izquierda.

-Bueno, como ve, mi esposa me reclama. Pero no se preocupe, calculo que en un minuto ocurrirá lo inevitable.

No puedo reaccionar mientras lo veo alejarse. Pero acabo por escapar de mi ensimismamiento y salgo corriendo detrás de la pareja.

-¡Espere por favor! ¿Qué significa todo esto? - corro por el borde de la piscina, pero mi calzado y el suelo mojado y resbaladizo probocan mi caída. Un golpe seco hace enmudecer a todos los residentes que disfrutaban del jardín. Mi cabeza arde, mi craneo se ha roto en dos.

-Tenía que morir, pero ¿le avisaste, verdad?

-Sí querida, tu hombre del sur avisó al condenado-

Bueno pues aquí acaba, ahora si quereis y os habeis quedado con la curisosidad leez el verdadero final.

4 comentarios:

  1. Muy bueno. Roald es uno de mis favoritos.

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  2. Gracias, la verdad es que tengo un profesor con muy buen gusto, lástima que crea que todos sus alumnos sienten la misma indiferencia frente a la literatura.

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  3. Genial.
    No lo habia leido nunca, thanks nanete. Es una lástima que tu profesor piense eso.

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  4. Muy estimulante, sí señor. El pobre infeliz vivía ajeno a la verdad, como tantos...

    Daemonicus Imprimatur

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